“La señal” de William Eubank



    Ensalada de géneros cinematográficos que no emulsiona. Estética preciosista que intenta camuflar el vacío de una coherencia que brilla por su ausencia. Una espiral de giros de un argumento laberíntico que no lleva a ningún lugar. Excusa del buen hacer técnico y lagunas en lo artístico.

   Eubank nos cuenta una historia de ciencia-ficción en la que nada es lo que parece y que acaba sin ser nada y pareciéndose a todo.

   Un inicio en el que podríamos prepararnos para un determinado estilo y genero es abofeteado para introducirnos en otro y mas tarde en otro hasta llegar a la extenuación por falta de sentido en un guion que no construye, sino que se deja llevar por las ansias de demostrar el control de los distintos factores técnicos que se muestran en la cinta. Giro tras giro vamos asistiendo a una desidia de interés que nos aleja de lo mas importante, la evolución de unos personajes en una situación empatizante que despierte en el espectador las ganas de seguir viéndola y disfrutándola hasta el ultimo fotograma.

   Una lucha de egos entre los protagonistas (tres jóvenes que viajan en coche) y un hacker informático es la premisa inicial de la cinta. Una “road-movie” que se torna en algo parecido al terror en una localización perdida como punto de inflexión para dar un giro de guion y meternos en una ciencia-ficción con tintes de suspense. El protagonismo de la cinta recae en uno de los jóvenes intentando dar respuesta al porque de su aislamiento en un centro de investigación. La película que conduce el señor Eubank no permanece ahí y nos arrastra con mas intención de entretener que de interesar en un thriller de acción en su ultimo tramo.


   Cuidada realización técnica en diseño de producción, una fotografía atractiva y unos efectos especiales en los que se le saca un extraordinario partido a un presupuesto mucho mas bajo de lo que aparenta. Excesivo uso de la cámara lenta que resta dinamismo y obstaculiza el ritmo de la historia.

   El guion parece mas un borrador de ideas que algo acabado. La construcción de los personajes se limita a arquetipos sin profundidad, meras marionetas vagando por un sinfín de géneros, mareados casi tanto como el espectador.

   En el reparto destacan Brenton Thwaites por su protagonismo y un Laurence Fishburne encasillado en papeles que un día le dieron fama y gloria. No es una película de actores, no destacan porque el guion no los deja, pero que serian interesantes si los creadores de esta cinta se hubieran preocupado mas por el fondo que por la estética.

   Un producto de serie B de buena factura técnica que deja al espectador con hambre de una historia definida y coherente. Demasiadas lagunas para tratar de resolver en un final que intenta tapar sus fallos con el subconsciente del espectador por armonizar lo que acaba de ver. Pretende, pero no lo consigue.


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